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Universos insospechados: Paloma Martínez

“Dialogo con mi cuerpo para entender lo que quiere expresar. Gozo los hallazgos con mi cuerpo, con el espacio; y dejo que broten”

                                                                                                                                                                                            Paloma Martínez


Me hubiese gustado ver a Paloma de niña en las calles del entrañable y antiguo barrio de Mexicaltzingo, en una de esas veces que la mandaban a la tienda y ella se iba bailado, practicando pasos con alguna melodía en la cabeza. Hoy de algún modo veo a esa niña que fue Paloma cuando en cualquier lugar y situación dispone su cuerpo al disfrute del movimiento.


Una silla, papel de china, árboles, envases reciclados, sonidos, murmullos, texturas, palabras, son suficientes para que Paloma empiece a crear, va construyendo su obra de manera intuitiva, no a partir de la mera referencialidad, sino a través de distorsiones y quiebres que otorgan a su creación una riqueza más allá de la sola experiencia.


Los objetos son una constante en la obra de Paloma. Antes de entrar de lleno en la composición coreográfica, trabaja profundamente en la exploración y va minuciosamente hasta lo más sutil del movimiento. Diría que su obra es veraz e impredecible, puesto que muchas veces me lleva a trazos imperfectos o a un lugar donde el sentido y la belleza del cuerpo ya no parecen algo importante.

Su obra transita universos insospechados. En Los que sueñan, hay escenas que me recuerdan algunas pinturas surrealistas de Remedios Varo; otras coreografías están cargadas de rasgos mexicanos, como Apariciones o Mayahuel, la primera inspirada en la celebración del Día de Muertos, la segunda nacida en la etapa en la que trabajaba con Ernesto Cano y su grupo Huehuecuicatl, cuando visitaron municipios de Jalisco y sus alrededores. Nutriéndose de música prehispánica, elementos de la naturaleza, comportamientos animales y con la influencia innegable del Ballet Folklórico de México (BFM), Paloma se atreve a alejarse de las formas dancísticas prestablecidas. En Guadalajara inicia sus primeras indagaciones con propuestas más abstractas y apartándose de los estilos hasta entonces conocidos, con el apoyo de Delia Tavizon y posteriormente de Lola Lince, dispone al servicio de esta búsqueda lo aprendido en la ciudad de México y Nueva York; de ahí surgió un trabajo llamado Las figuritas inspirado también en códices prehispánicos, y también su vínculo con la pintora Penélope Downes con el proyecto Trueque, espectáculo multidisciplinario de danza,  pintura y música dando pie sin planearlo al nacimiento del movimiento de danza experimental en Guadalajara, según la perspectiva de la investigadora Angélica Iñiguez.


Durante su estancia en la Universidad de Guadalajara, como coreógrafa del grupo Gineceo montó Los que Sueñan, Mayahuel y Dara Dansha, esta última pieza basada en textos del poeta Ricardo Castillo, con música de su hija, Zindu Cano, y de Kevin García.


Martínez se ha inspirado en personajes “que le han robado la vista”, indigentes y seres excéntricos. Cuenta Zindu que cuando iban al mercado, a Paloma le gustaba escuchar a un señor que contaba historias de su pueblo y de su familia, en el barrio era considerado el loco, todo un personaje y Paloma se detenía, lo saludaba, y dejaba que él le contara sus historias porque allí encontraba inspiración que luego volcaba en sus montajes.


Paloma Martínez nació en Guadalajara el 19 de febrero de 1954. Su infancia transcurrió en medio de dos realidades: las fiestas de barrio, tortillerías, mercados y vecindades y, por otro lado, una familia que dotó su hogar de buena música y pasión por la enseñanza y el arte. Su mamá, Rosa Ofelia Ortega, maestra y directora de educación básica, y su papá, Ignacio Martínez Rodríguez, uno de los fundadores de la Escuela de Artes Plásticas en Guadalajara, le regalaron a Paloma la posibilidad de la libertad creativa.  


Su primer acercamiento formal a la danza fue en 1966, cuando la maestra Dulce María Silvera, trajo a Guadalajara el sistema de la Royal Academy of Dance, Paloma fue invitada a estudiar este método “solvente y bien organizado” y estaba feliz por esa primera invitación y deseosa de tomar clases de danza, pues estaba cumpliendo uno de sus sueños, estudiar ballet clásico.  


Durante ese tiempo también tomó clases de ballet con Déborah Velázquez La Corazona quien les montó ballets de repertorio. No obstante, pronto tuvo claro que no se iba a dedicar a la danza clásica, pues aunque le encantaba, entendía bien los ejercicios, comprendía los movimientos y le gustaba interpretarlos, consideraba que no tenía los dotes físicos requeridos para un futuro prometedor en el ballet. O sería que en realidad se sentía más atraída por caminos menos codificados.

En su primer periodo en Estados Unidos (Colorado Springs, 1972-1974), asistió a clases de ballet y danza moderna con maestros como Norman Cornick y Esther Geoffrey.  A su regreso a Guadalajara, Paloma comenzó a tomar clases y a formar parte del grupo Integración de Danza Contemporánea bajo la dirección de Onésimo González.


Posteriormente viajó a Ciudad de México con la idea de conseguir una beca para estudiar en Nueva York, misma que le fue otorgada por el BFM, que había sido fundado en 1952 por Amalia Hernández.

Con una visión muy amplia, Amalia le dio la libertad de tomar las clases que ella quisiera y además le sugirió en qué escuelas y con qué maestros estudiar. De la mano del maestro Alwin Nikolais, creador de su propia técnica, Paloma aprendió a improvisar metódicamente, lo que ha sido importante para ella en su creación coreográfica en esta ciudad.  


La metodología de calentamiento e improvisación es un aporte fundamental en el ejercicio dancístico de Paloma: “en mis clases dedicaba bastante tiempo a la exploración y eso generaba movimientos que se salían de las técnicas conocidas en ese momento, buscando que cada quien pudiera sacar su propio estilo de movimiento”, me explica.


Otras clases que en ese tiempo nutrieron su formación fueron las del nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, el neoyorquino Murray Louis, las espléndidas clases de la alemana Hanya Holm y de la japonesa Takako Asakawa, ex bailarina de la Compañía de Martha Graham.

Al término de su beca regresó a la ciudad de México para continuar intensivamente con ensayos, clases y giras dentro y fuera del país con el BFM durante los siguientes tres años. Roseira Marenco y Pepe Villanueva eran maestros de cabecera de la Compañía, además, tomó clases con Valentina Castro, Eva Zapfe y con maestros de la compañía de danza de Guillermina Bravo.


En ese tiempo Paloma ya era madre, pero su agitada vida de bailarina la había alejado del ejercicio maternal, situación que lamentaba y que la llevó, en 1983, a despedirse del BFM y regresar a su ciudad natal.


Posteriormente, el maestro Rafael Zamarripa la invitó a colaborar como maestra de ballet clásico y de técnica coreográfica en la Universidad de Colima, junto con Ernesto Cano Lomelí, hoy reconocido etnomusicólogo, compositor y profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, quien en ese entonces trabajaba haciendo música para el Ballet Folklórico de la Universidad de Colima, y con quien Paloma se casó, creó proyectos y tuvo dos hijos.


Considero 1987 como el año en que Paloma se convirtió en coreógrafa y bailarina independiente, y a partir de ahí colaboró con diversos grupos, artistas plásticos, investigadores, poetas, bailarines, músicos y directores escénicos, que han enriquecido sus creaciones.


En 2019 recibió un reconocimiento como creadora emérita por su trayectoria dentro del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en la categoría Danza con especialidad en Coreografía.


Niños y adultos han estudiado y tomado talleres con Paloma. Con sus alumnos siempre busca que surja la creación a partir de lo que ellos mismos tienen que ofrecer, no impone movimientos o intenciones, ni considera que existan estudiantes destacados:


Cada cual tiene lo suyo, no es posible compararlos, ya que tienen distintas formaciones. Cuando logras hacerte entender y ellos se entregan, es allí donde brillan y pueden gustarme. No puedo sino agradecer a aquellos que me tuvieron paciencia y dieron sus cuerpos y sus tiempos. Quienes confiaron en cada proyecto y dieron lo máximo. En cada etapa he tenido gente talentosa y sensible.  

Últimamente Paloma indaga en otro nivel, en un mundo misterioso y rico que sólo ella conoce y ha construido, del que entra y sale constantemente. Ella describe esa búsqueda como “despersonalización”, ya que aborda el movimiento dejando de lado su yo para dar vida a otros entes, que a veces pueden parecer insectos, plantas o seres de su imaginación.

Paloma es dueña de su camino creativo, su mirada es sincera y su lenguaje congruente, resultado del autoconocimiento profundo, es creadora, bailarina, maestra y punto de referencia de la danza experimental en Jalisco.


Claudia Castañeda


Sobre las fuentes

Para escribir esta semblanza desde Alemania, donde resido por ahora, y entender mejor el contexto, formación, obra y vida de la maestra Paloma, consulté todo el material disponible en línea: videos, reseñas, semblanzas, entrevistas y hemerografía, de 1986 al 2021.


La más importante de mis fuentes primarias fue la comunicación constante, vía Whatssapp, con la maestra Paloma, de julio a septiembre de 2021, a quien agradezco su disposición y paciencia.

Las entrevistas fueron material imprescindible, de ellas obtuve la información que buscaba, la primera realizada el 3 de julio de 2021 en Secretaría de Cultura por mi compañera del diplomado Melissa Esparza, quien me ayudó a salvar la distancia. Juntas preparamos una serie de preguntas para la maestra Martínez. El 17 de agosto de 2021 tuve el agrado de platicar con su hija Zindu Cano, quien además de ser excelente persona y artista, aportó información muy importante y valiosa para esta semblanza. Un día después hablé con mi compañera de diplomado, Melissa Esparza, quien ha tomado clases con Paloma, y enriqueció mi visión. No podía dejar de hablar con Ernesto Nirl Cano, hijo de la maestra, músico y compositor, y el 22 de agosto de 2021 tuvimos una charla en donde terminé de atar un par de cabos sueltos.


Otra fuente importante fue la consulta del libro de Angélica Íñiguez En busca de la libertad. Danza experimental en Guadalajara, publicado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco en 2019.

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