Y entonces Pablo pregunta: ¿Cantamos, mi Vladito? A lo que respondo afinando mi desentonada pero armoniosa voz y esperando a que comencemos con el primer verso de la que desde hace ya buen tiempo se volvió nuestra canción.
Hablamos de los poemas como el espacio atemporal desde el que los universos internos del ser se comunican, aquel lugar donde se trasciende la mortalidad y se busca lo inalcanzable. Para mí, los poemas existen a manera de pinturas, movimiento e instantes. Pablo Serna, en todas su facetas, trabaja arte por belleza, por poesía, por cuestión vivencial, expresión del espíritu, porque su cuerpo se lo dice y por necesidad. Pablo Serna aboga siempre por el ritmo: el universal, el cósmico, el particular, el de las cosas, el de la naturaleza, el ritmo de la existencia. La danza, la pintura y ninguna de las artes es ajena al ritmo. Se ha desarrollado como bailarín, coreógrafo, pintor, dibujante y hasta cocinero, y en todas estas facetas del artista, la poética del ritmo está presente. Por eso para mí Vladimir Campoy (Vladito o el Real dog, como nos decimos con burla y cariño), que he tenido la fortuna de ser su alumno y amigo, él es el poeta del ritmo, el pincel de la locura, la flor que huele y se desgrana.
Dos gardenias para ti
Con ellas quiero decir
Te quiero, te adoro, mi vida
Ponles toda tu atención
Que serán tu corazón y el mío
Pablo Serna Ramírez nació el 27 de noviembre de 1947, siendo el quinto hijo de nueve (una familia mexicana típica de la época), en el ardiente sol del mediodía, bajo el influjo de la magia montaraz en Ocampo, Tamaulipas, de donde nació también su fascinación por el color. El color, esa fuente infinita de inspiración, existe en diferentes manifestaciones, timbres, tesituras y desde siempre lo llena, lo inunda y emerge desde sus entrañas, con sus imágenes y personajes fruto de la ensoñación de artista y su universo plagado de seres con voces fantasmales del pasado, presente y futuro, con susurros de los muertos, con cantos de guajolotes y urracas, aroma a incienso, cenizas de volcán y ramas que crujen.
Quizá su infancia no sea tan relevante por los procesos dancísticos que en ella existieron sino por esos ojos despiertos que buscaban inspiración en todas las figuras del universo, visibles y no visibles. Esta imaginación tan propia de niño, pero cargada de ese je ne sais quoi que los ojos de Pablo, si los ves directamente, te transmiten, ese duende al que alude en sus clases, que al verlo entrar en el escenario se desparrama por cada poro de su piel, esa magia que transporta al bailarín y al espectador a un universo compartido, creado por dos realidades que se empalman, ese espacio que comparte durante un lapso corto de tiempo la posibilidad infinita de un reencuentro en la memoria.
Dos gardenias para ti
Que tendrán todo el calor
De un beso
A P. Serna, como firma el pintor, lo que más le interesa es el mensaje plástico de la obra; el color, el ritmo, la composición, llevar a los espectadores por un viaje poético ya que, para él, en todo el arte intervienen factores técnicos y anímicos, pero lo que lo mueve y que caracteriza sus piezas plásticas y sus creaciones coreográficas, es la parte anímica, sin soslayar por supuesto la parte técnica, pero con su móvil claramente puesto en la poética.
P. Serna cursó la Normal en Ciudad Guzmán y en Lagos de Moreno estudió pintura en la escuela Leandro Guerra. Continuó su formación en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara con profesores de la talla de Francisco Rodríguez Caracalla, Jorge Navarro y Jorge Martínez.
Para él, el móvil es lo que emana del motivo, todo se va derivando y va tomando su lugar en el momento que le corresponde. A P. Serna lo que le gusta vivir es la ejecución, el proceso creativo, el momento de la ejecución de una obra y en el que podría decir que su vida pende de un hilo; la vivencia que le da el momento de la creación, de la concepción de la pieza, ya sea plástica o dancística.
Para él, una vez terminada la obra, ésta se transforma y corresponde a quien decida interactuar con ella y con su espíritu; en sus trazos no hay política ni denuncia social, su discurso no es social, religioso, ni ético, es, sencillamente, poético. En ese momento en el que concluye una obra, ésta le deja de pertenecer a él y por lo tanto no las añora ni las extraña, ya que logra hacer concreto lo abstracto: los sentimientos, las sensaciones, el intelecto, las emociones se vuelven una ofrenda, un acto de amor de él a sus semejantes.
De esos besos que te di
Y que jamás te encontrarán
En el calor de otro querer
Para Pablo Serna el bailarín, la danza se basa en la naturaleza, lo natural en el cuerpo lo que deriva de una manera espontánea, su danza se presenta en el manejo del cuerpo en el espacio, en el tiempo y, sobre todo, en el interior. Para Pablo, que ha tenido la oportunidad de bailar en muchos lugares diferentes, con público y sin él, en los ríos, en los desiertos, en los mares, en la noche, el efecto de partir de la naturaleza del cuerpo, del interior, es lo que hace que el arte tenga valor.
Su primer acercamiento a la danza escénica fue a los 15 años con la maestra Aurora Schiaffino; fue hasta los 27 años cuando empezó a bailar en forma con el maestro Onésimo González. De manera paralela a sus estudios en pintura se formó con maestros como Jules Walton y Dulce María Silvera, directora de la Academia de Ballet de Londres en Guadalajara y la primera que trajo a esta ciudad el sistema de la Royal Academy of Dance. Años después, ingresó en la Academia de la Danza Mexicana.
Pablo Serna no recuerda bien la fecha porque en ese entonces se quitaba los años, pero fue invitado a ser bailarín huésped en la Prism Dance Company en Vancouver, Canadá, compañía con la que bailó en el Queen Elizabeth Playhouse, donde recuerda que siempre destacaba ya que en los ensayos le pedían bajar la pierna del arabesque a 90 grados y en la función la subía más que los otros dos compañeros. Es también en Canadá, en ese ambiente tan diferente a su árido origen, donde el maestro se da cuenta de que él es un ser del desierto, un ente volcánico de sol y dunas que subía la calefacción del salón de ensayos canadiense cuando nadie lo veía.
Cuando Pablo regresó a Guadalajara y durante diez años más, fue uno de los solistas del Grupo Integración de Danza Contemporánea de la Universidad de Guadalajara, bajo la dirección de Onésimo González, que había iniciado su labor en 1972 y con el cual bailó piezas como El verano, con música de Vivaldi y coreografía de González, y Hacia la cima, montada por la maestra Susie Cashion, profesora de la Universidad de Stanford, California; Cashion se había incorporado a la compañía como docente y trajo con ella nuevos lenguajes modernos como la técnica Cunningham. Al asumir la dirección del grupo en 1980 -fecha en la cual se integró al departamento de Extensión Universitaria de la UdeG. realizó creaciones coreográficas como Boceto no. 2 (música tradicional española y Enrique Granados), Tangolonga (música de Hugo Blanco y Pérez Prado), Lamento (música de Héctor Villalobos), Mirage (pieza musical de Douglas Adam) y El vuelo (con música de Ernesto Cano Lomelí, quien en 1986 musicalizó las películas Tlacuilo y La fundación de México-Tenochtitlan).
Algunos de los bailarines que conformaron el grupo durante esta etapa, consolidaron una amistad con Pablo que perdura hasta la fecha y otros tantos han establecido su propio nombre dentro de la escena dancística jalisciense y trazado su propia estética y trabajo, bailarines como Paloma Martínez, Lola Lince, Rigoberto Soltero, Marcela Martínez, Ricardo Aguilar, Eugenia Rosales, Óscar Rodríguez y Lourdes Real, entre otros, fueron de alguna manera formados y tocados por la labor de Pablo como docente y coreógrafo.
Hoy en día su trabajo como bailarín está fundamentado en una danza de carácter parecido al butoh, ya que parte de la naturaleza del cuerpo, de la esencia de su interior y cómo ésta comulga con el espacio; sus performances están estructurados solo en trazos de movimiento en el espacio, ya que cuando entra en escena deja que el espíritu del ritmo y la naturaleza del cuerpo se den abasto en su corporalidad y deja que ésta hable a través de sus manos, de su rostro, de su mirada, de cada centímetro de su cuerpo, que se vuelve un vehículo para las voces y los seres que en él viven, y entonces se convierte en ave, que planea con majestuosidad por todo el escenario; a veces es un vuelo corto, otras veces es largo pero todos sus vuelos tienen en común lo inmensurable y majestuoso de su ser.
A tu lado vivirán y se hablarán
Como cuando estás conmigo
Y hasta creerán que se dirán
Te quiero
Entrar con Pablo Serna al recinto sagrado que los bailarines llamamos salón de clases con Pablo Serna es un acto de valor, es una travesía en la que no sabemos qué nos depara el porvenir. Pablo tiene la facultad de evocar atmósferas, universos de aprendizaje y magia.
Pablo, el docente, utiliza una técnica mixta producto de la asimilación de diversas técnicas modernas (Cunningham, Graham, Limón, Horton), así que se podría decir que su técnica es mixta -aunque este término a él no le cause tanta gracia y diga que más bien vea la técnica como una herramienta para poder expresar lo que quiere decir. A final de cuentas su cuerpo siempre ha hecho lo que le pega la gana.
Cualquiera que haya sido alumno de Pablo recordará que su clase siempre empezaba frente a la barra con ondulaciones de espalda al ritmo de 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8/2, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8/3, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8... con Los nocturnos de Chopin como fuente de inspiración del movimiento.
Para Pablo, el cuerpo es orgánico, el cuerpo está vivo, el cuerpo tiene sensualidad, tiene un lenguaje expresivo que uno puede pulir para poder manifestarse en donde sea, no importan las circunstancias ni la locación: el cuerpo es un ente universal que debería desprenderse de las ataduras circunstanciales del espacio y tiempo y trascender dichos conceptos. Es también importante recalcar la influencia que habita en su cosmovisión de las culturas primigenias, de civilizaciones antiguas que rescatan la opulencia y claridad de líneas y la majestuosidad de los movimientos y su música, cuyos ritmos y esencias rompen con la métrica cuadrada de la música europea y los cánones estéticos del occidente. Todos los ejercicios de su centro y diagonales estaban estructurados con música africana o de la India y no faltará dentro de su clase algún comentario sin tapujos y bastante ingenioso para poder comentar que algo está "muy bien... de mal".
Pero si un atardecer
Las gardenias de mi amor se mueren
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha traicionado
Porque existe otro querer
Pablo, el coreógrafo, no pide que seas perfecto pero requiere que seas honesto. Recuerdo con muchísimo placer la pieza En un mar de lágrimas (con música de Ravi Shankar), para la presentación del grupo Gineceo bajo la dirección de Patricia Aguirre, en 2012, en la que tuve el placer de ser su bailarín junto con Cassandra Espinosa, Melissa Priske, Denisse Mora y Ana de Loera, ya que fue la primera vez que bailé con el corazón, ese músculo semiestriado cuya función no solo era bombear sangre al cuerpo sino aportar movimiento al espíritu y aprendí a comandar desde el vientre todo mi cuerpo, a moverme desde lo más profundo de mi ser. Ese lugar a veces lleno de luz y otras tantas de oscuridad. Su montaje también se volvió un lugar de aceptación en el que todos los integrantes éramos valiosos tal cual éramos.
Diversas agrupaciones dancísticas tapatías han tenido la oportunidad de trabajar con él, como Anzar, conformada por Mónica Castellanos, Eva Luz Carrillo y Conrado Morales, y han podido representar con el cuerpo y el movimiento un poco del universo de Pablo. Piezas como Caliche, Nube o Papiroflexia, me vienen a la mente, en donde el maestro utiliza su tan emblemática reinterpretación del papel ya sea periódico pintado o papel de China.
El Festival Bailar Apantalla rindió un homenaje a Pablo Serna en 2014 y en la edición de 2019 realizó su exposición pictórica y performance dancístico Guiexhu'ba, la flor que se desgrana en el Museo De Arte Raúl Anguiano con el auspicio de Arte Escena Crisol A.C., bajo la dirección de Claudia Herrera.
A tu lado vivirán y se hablarán
Como cuando estás conmigo
Y hasta creerán que se dirán
Te quiero
Pablo se describe como un ser codicioso, avaro, que no tiene llenadera, que siempre quiere más, en color, tamaño, forma, en sabor, en gente, en todo lo que pueda hacer, y esto se alcanza a vislumbrar en sus creaciones.
Durante sus procesos creativos siempre hay, de alguna u otra forma, una dualidad específica de su estética, ambientes lúgubres que resplandecen o espacios sublimes que mueren. Quizá sea por su formación como pintor que el maestro utiliza el cuerpo de sus bailarines a manera de pincel haciendo trazos a veces suaves y a veces bruscos, remojándolos en agua, dejándolos para secar sobre el escenario. Cada composición coreográfica de Serna es también una pieza pictórica, lástima que la danza por sus características temporales no tenga museos, pero si los hubiera muchas de las piezas de Pablo se expondrían en ellos.
Pero si un atardecer
Las gardenias de mi amor se mueren
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha traicionado
Porque existe otro querer
Pablito, el amigo, tiene en su departamento su estudio de creación y composición, el lugar en el que se inspira y trabaja, tiene la fortuna de vivir en un cuarto piso y uno de sus lugares de inspiración es la azotea, donde vislumbra los amaneceres y atardeceres, donde ve pasar las nubes, transmutar las horas y muchos otros espectáculos de luz. Toma clases de estética en el tianguis de su barrio, la colonia Mirador del Sol, en Zapopan: ahí recibe toda clase de lecciones sobre la naturaleza, el espacio, la luz, los colores, las voces, los cuerpos, estímulos que tiene para inspirarse.
Pablo Serna, el artista dice que no es nadie, ni tiene nada, ni quiere nada, por qué él es y está, porque yo sé que él perdurará en este escrito y en el quehacer artístico de aquellos afortunados que hemos entrado a ser parte de algún trazo de mi padre de la danza:
P. Serna, el pintor
Pablo Serna, el bailarín y coreógrafo
Pablo, el maestro
Pablito, el amigo
Pablo Serna Ramírez, el Poema de granada seca y flor que se desgrana.
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha traicionado
Porque existe otro querer
Termina la canción y los dos nos quedamos viendo el espacio, viendo como los trazos de nuestra canción se difuminan sutilmente a través de la luz que entra en el cuarto y sin darnos cuenta sonreímos por ese momento que será por siempre de nosotros.
Vladimir Campoy
De las fuentes
Como Pablo Serna es poema
Sus fuentes también lo serán
Y en una creativa manera
Ustedes las conocerán.
Su voz y recuerdos
Por supuesto debo incluir
En múltiples cafés compartidos
Junto al placer de vivir.
De la ayuda de notas de prensa
Para El Occidental y El Informador
Y alguno que otro que escribe y piensa
Luis Miguel Rodríguez, Juan Serrano Jáuregui a quienes llamaré, señor redactor.
A Paloma Martínez, por sus valiosas aportaciones
Programas de mano, sagrados documentos de archivo
A Ana Marrufo, con misiones y visiones
Agradecido estoy, pues generó conocimiento y cultivo.
A sus múltiples alumnos
De quienes uso la voz
A quienes agrego la mía
Para que estruende feroz.
Agradezco a las maestras, fuentes de conocimiento y amor
Angélica Íñiguez y Velvet Ramírez, por su valiosa labor
A la profesora Dolores, que espero disfrute de esto
Pues la eminente escritora, seguro dirá: lo cursi detesto.